La procrastinación es aquella acción en la que deliberadamente decidimos aplazar algo que debemos hacer y es importante por algo que nos genera una satisfacción instantánea pero no aporta a nuestro objetivo. Es decir, cuando por ejemplo, tenemos pendiente para mañana una reunión con la gerencia, donde debemos entregar un informe de resultados que aún no hemos completado, y en lugar de hacerlo, nos distraemos y destinamos más tiempo del que deberíamos a ver nuestro buzón del correo, o nuestras redes sociales. ¿Te ha pasado?, no eres el único.
La procrastinación no sólo ocurre cuando decides “dejar algo para mañana”, como el ejemplo de arriba, sino cuando retrasas algo a sabiendas de que será perjudicial y va contra ti mismo. Allí está lo ilógico de la acción, porque “procrastinar” incide negativamente en la moral propia, aumenta nuestra carga mental y nuestro estrés, por lo que definitivamente no nos hace más felices; aunque parezca que sí, por la recompensa emocional inmediata que se obtiene al hacer lo que queremos cuando queremos.
Sin embargo, cuando esta conducta se vuelve repetitiva, la sensación de insatisfacción que genera es mucho mayor. No ser capaz de comenzar un proyecto o no terminar tus labores cuando corresponde, dejando incompleto todo lo que empiezas, incide negativamente en cómo eres percibido profesionalmente por tus pares y en la propia percepción que tienes sobre ti mismo, lo que a la larga afecta tus posibilidades de empleo y tu crecimiento profesional.
Por ello, te damos las siguientes recomendaciones para evitarla: